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Dios debe guiarnos en la elección de nuestro cónyuge.


Proverbios 18:22 22 El que haya esposa halla el bien, Y alcanza la benevolencia de Jehová. 

Dios debe guiarnos en la elección de nuestra pareja. Recibimos bendición cuando escogemos dentro de su voluntad para nosotros. Debemos casarnos con alguien que trae alegría a nuestro corazón, alguien que nos acerca a Dios y a su propósito para nuestra vida. Así caminaremos juntos y con gozo el camino por el que Dios nos lleve. 

La mayoría de las parejas se casan más por la emoción de compartir sus vidas que por la conciencia real de lo que verdaderamente es el matrimonio. Simplemente deciden que quieren estar juntos por que consideran que se aman y que no pueden vivir el uno sin el otro y creen que es lo suficiente para tomar esa decisión. 

Este versículo dice que el que haya esposa halla el bien; lo cual quiere decir que hay algo muy profundo en saber escoger la persona con la cual voy a compartir el resto de mis días, ya que en esa decisión tan importante encontraré el bien. 

El bien significa: el mejor modo posible o de un modo correcto de acuerdo con una norma implícita, una convención sobreentendida, lo que se supone o espera que debería ser u ocurrir; lo que implica que nos va a ir más bien de lo que nosotros con nuestra mente humana podemos imaginar y no solo eso sino que alcanzara la benevolencia del Dios todo poderoso, lo cual implica que él se pondrá en nuestro lugar para que a nosotros nos valla bien, el más sublime acto de amor. Lo que quiere decir que cuando nosotros ponemos todo nuestro empeño por lograr estar con la persona correcta y llegar con ella al matrimonio, no solo será un esfuerzo de nuestra parte, sino que estará respaldado por el creador y diseñador de este, lo que implica un sello de garantía que todo saldrá bien. 

Muchas personas se casan solamente para no estar solas, sin darse cuenta de que el matrimonio es un ente vivo que necesita alimento, cuidado permanente y mucha dedicación. 

Debemos de cuidar los pequeños detalles para hacer que el romance, la atención mutua no se vuelvan una costumbre, sino estar dispuestos a sorprendernos uno al otro día a día, haciéndose sentir atendidos el uno por el otro evitando de esta manera el egoísmo al no sentirse atendidos y cayendo en un vacío emocional, que nos hará buscar la individualidad y esto le hace mucho daño al matrimonio. 

Debemos evitar el ser orgullo, ya que este produce desacuerdos, irritabilidad y faltas de respecto que van debilitando la capacidad de pedir perdón. En un matrimonio ambos debemos de convertirnos en perdonadores profesionales, ya que hoy me tocará a mi perdonar, pero mañana me tendrán que perdonar a mí, y así día con día. 

Es necesario que ambos conyugues se dispongan a aprender y poner en práctica los principios de vida, para cambiar los malos hábitos y de esta manera lograr tener un Matrimonio Saludable y Feliz.

 
 

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